Un hombre que se paseaba por el bosque vio un zorro que había perdido sus patas por lo que el hombre de preguntaba como podía sobrevivir. Entonces vio llegar a un tigre que llevaba una presa en la boca. El tigre ya se había hartado y dejo el resto de la carne para el zorro. Al día siguiente Dios volvió a alimentar al zorro por medio del mismo tigre. Él comenzó a maravillarse de la inmensa bondad de Dios y se dijo a si mismo: “voy también yo a quedarme en un rincón, confiado plenamente en el señor, y este me dará cuanto necesito”. Así lo hizo durante mucho tiempo; pero no sucedía nada, y el pobre hombre estaba casi a las puertas de la muerte, cuando oyó una voz que decía “¡ Oh tu, que te hallas en la senda del error, abre tus ojos a la verdad!. Sigue el ejemplo del tigre y deja ya de imitar al pobre zorro mutilado”.
Una hoja parroquial recogida de la iglesia a la que iba mi padre a misa los domingos. La tenia guardad y revisando papeles viejos me ha aparecido y la he copiado aquí.
Zaragoza a 15 de febrero de 2025